PENSANDO


Marcar los límites para superarlos debería de ser nuestro punto de partida. No creer que al estar marcados los límites ya no podemos avanzar más allá de ellos. Cuántas horas gastadas tratando de mostrar que no se puede ir más allá de cierto punto para que llegue un tipo atrevido que se salga de ellos en un instante. Es cuestión de osadía, de la mayor valentía, ir hacia lo desconocido, a los rincones más incomprensibles. La historia de la humanidad podría ser vista como una lucha interminable por superar los límites, pues si le dicen que no responde: ¿por qué no? Y después lo tenemos en donde se suponía que no podía estar.
     Claro que no es posible para la gran mayoría de las personas ir más allá de sus límites, a fin de cuentas a cada momento te están marcando los límites hasta donde puedes llegar. Es muy sensato obedecer a esos límites, pues te pueden conducir con seguridad por la vida, por el mundo. Claro que esa sensatez hace las cosas aburridas, porque ya te están diciendo qué no puedes hacer, porque simplemente no vas a poder. Tendríamos que preguntarnos ¿por qué no podemos hacer cualquier cosa que queramos? Pues claro que hay personas con mejores características para poder desarrollar ciertas habilidades, pero esto no anula que puedas hacer algo por desarrollar dichas habilidades, sólo que implicará mucho mayor esfuerzo. Claro que rebasar los límites tendría que costar mucho trabajo, pero el trabajo no es malo, es un gran momento del desarrollo.
     He sido muy repetitivo acerca del esfuerzo, que implica compromiso, decisión, paciencia e, inclusom, valentía. Es una lucha  contra la corriente, que deja más dudas que certezas, esto por la dificultad implícita al realizar algo con el esfuerzo propio. Seguro no es para nada claro entender esto que trato de decir, sólo es porque no he llegado a expresar con seguridad lo que quiero, pues es difícil mostrar un problema generalizado en el cual todos estamos inmersos. Somos resultado de un proceso que no nos deja actuar con la convicción propia de los hombres de otras épocas. Somos resignados en muchos ámbitos, creyendo con firmeza que estamos haciendo lo que queremos cuando, en realidad, estamos bastante controlados, estamos estupidizados. Digo que estamos porque no podemos salirnos del lugar en el que nos encontramos, y podemos darnos cuenta de la situación sin hacer nada. Lo peor es que pensamos que no hay nada que podamos hacer, es parte de la magia de ser controlados. 
     Cualquier cosa que escriba en realidad ya está marcada por algo de lo cual no podré separarme. Incluso, queriendo salirme del problema, me mantiene dentro, porque ya estamos inmersos, quizás a la deriva. No es una visión fatalista, pero incluso en nuestros mejores momentos no nos podemos aislar de lo que nos rodea, tengo amigos que seguro harían cosas muy buenas, pero, por desgracia, aún dejarían de lado a muchas personas porque estúpidamente siguen pensando que pueden hacer las cosas mejor que otros. Hace falta mucho para poder respetar a los que tenemos al lado, que lo que dicen es tan importante como lo que decimos nosotros. Ese es otro problema de nuestro constante egoísmo. ¿Cuántas veces no pensamos que los otros están perdiendo el tiempo en vez de valorar que están haciendo algo?

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